Horacio Rodríguez Larreta ganó cómodamente las elecciones del 11 de agosto y de repetir la misma cantidad de votos superará el 50% que le impone la Constitución para confirmar su reelección, algo que nunca sucedió en la historia de la Ciudad de Buenos Aires. Aníbal Ibarra fue el dirigente que más cerca estuvo de esa marca en el 2000, cuando superó el 49% y su principal rival, Domingo Cavallo, se bajó de la segunda vuelta.
Pese a los niveles récord de intención de voto que ostenta el PRO, hay una idea generalizada de que la elección porteña será la más atractiva del próximo 27 de octubre. Este sentimiento se explica por el morbo que provoca en la oposición un posible final para 12 años de hegemonía macrista y, principalmente, en que la Capital Federal será uno de los pocos distritos que presentará cierto grado de incertidumbre el domingo por la noche. Esa sensación parece haber invadido también a los espíritus de los equipos de campaña de Rodríguez Larreta y de su principal rival, Matías Lammens.
El jefe de Gobierno presentó esta semana compromisos de gestión para los próximos 4 años. Se destacan entre sus propuestas la construcción de 19 escuelas, la instalación de 10 mil cámaras de seguridad con tecnología de reconocimiento facial y las obras para eliminar todas las barreras del Ferrocarril Sarmiento, aunque aún no tiene en claro si respetará el proyecto original del soterramiento o finalmente se elevarán las vías, como se hizo con los ferrocarriles Mitre y San Martín.
Detrás de los anuncios, que incluyen también el inicio de la línea F de subtes (Palermo-Barracas), se desprende una intención de municipalizar lo máximo posible la elección y desviar el foco de la compleja agenda nacional. Es probable que, como parte de esa estrategia, a partir de ahora sean cada vez menos habituales los actos en conjunto entre el jefe de Gobierno y el presidente Mauricio Macri. Algunos analistas se preguntan si fue acertado el excesivo protagonismo que tuvo Rodríguez Larreta en el inicio del #SíSePuede en Barrancas de Belgrano.
El jefe comunal quiere a todo su equipo alineado detrás del objetivo de la reelección. Por eso, cuando le preguntan por los nombres que podrían oxigenar su gabinete en un eventual segundo mandato, se muestra inflexible. “Eso lo vamos a discutir después, primero tenemos que ganar”, es el mensaje que bajó internamente. Tampoco se anima a aventurar cuál será su rol en el mapa político que se iniciará a partir del 10 de diciembre. De no haber sorpresas, es lógico imaginarlo como uno de los líderes de la oposición junto al mendocino Alfredo Cornejo y al gobernador jujeño Gerardo Morales.
Martín Lousteau también podría subirse a ese colectivo de “liderazgo más horizontal”, según la descripción que realizó recientemente al analizar la cuestión con sus colaboradores. Primero deberá despejar el ruido que generó su alianza con Rodríguez Larreta, a quien enfrentó con fuertes críticas hace cuatro años. “Nos piden explicaciones a nosotros y del otro lado las divisiones fueron mucho más marcadas”, reacciona cuando lo interpelan sobre el tema.
En el entorno de Lammens opera un fenómeno inverso. El presidente de San Lorenzo entiende que la obra pública es el fuerte de su rival y en los días que quedan de campaña hará mella sobre falta de un plan de desarrollo económico en la Ciudad de Buenos Aires. Con esa idea irá al debate del 10 de octubre, para el que ya comenzó a prepararse sin muchas expectativas. Hay una explicación: el Tribunal Superior de Justicia dispuso que no haya cruces entre los candidatos, quienes serán meros repetidores de sus plataformas electorales.
Imagina algunas apariciones junto a su candidato a presidente, Alberto Fernández, pero tampoco serán cosa de todos los días. El líder del Frente de Todos no goza de sus mejores índices de imagen en la Ciudad. Tampoco habrá muchas fotos con Cristina Kirchner, quien se encuentra abocada a cuestiones personales.
Lammens y CFK charlaron por primera vez a solas el día posterior a las PASO. Era la hora del almuerzo y la ex mandataria le dio la bienvenida en un salón del Instituto Patria donde abundaban las cajas de pizza. “Perdón, nene, pero los peronistas somos así”, bromeó la ex Presidente para romper el hielo. Luego conversaron durante 15 minutos a solas: cuentan que fue un diálogo agradable donde Cristina Kirchner le preguntó datos de su vida y le recomendó que hablara sobre los excesivos gastos en expensas que afrontan los porteños. ¿Habrá llegado ese comentario a Víctor Santa María, el secretario general del gremio de los porteros, y uno de los principales operadores del armado político de Lammens? En los edificios más chicos, el salario de los encargados es uno de los principales componentes de las expensas.
El joven cuadro político dice que está preparado para gobernar y que en caso de una derrota comenzará a trabajar el día posterior a las elecciones para competir en 2023. El dilema que enfrenta es desde dónde lo hará. Recién en dos años tendrá la posibilidad de competir por un lugar en la Legislatura o por una banca en la Cámara de Diputados. ¿Podría una oferta de Alberto Fernández seducirlo para integrar el Gabinete? Sus allegados dicen que debería ser un lugar que represente un desafío. No se ve, por ejemplo, en la Secretaría de Deportes. Turismo y Producción le parecen áreas más interesantes.
Detrás de la rivalidad política entre Rodríguez Larreta y Lammens hay una anécdota que a la luz de los acontecimientos podría ser premonitoria. Los candidatos conservan una relación personal amistosa. Antes de lanzarse a la política, cuando no se imaginaba ni cerca de la posición en la que se encuentra hoy, el dirigente de San Lorenzo cenó con el jefe de Gobierno. El postulante de Juntos por el Cambio lo incentivó a que ingresara a la política aunque no en un frente que incluyera al kirchnerismo, como finalmente sucedió. Y al conjeturar sobre lo que podría suceder en un futuro, le planteó: "Vos serías un buen candidato en un escenario de balotaje”. El 27 se sabrá si tendrá la chance de corroborar aquel vaticinio.
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