Reformas estructurales. El viejo concepto se escucha por estas horas en boca de empresarios y también de algunos políticos en campaña. Podría resumirse coloquialamente como “las cosas importantes que resta hacer”, siempre según quién mencione la idea. Así, de cara a los desafíos del próximo gobierno, desde muchos sectores las “reformas estructurales” tienen que ver con cambios en las leyes laborales –la tan mentada reforma laboral– y tributarias, y con shocks a variables macro.
Desde el año pasado, luego del préstamo stand by por USD 57.000 millones, cuando de reformas se habla el Fondo Monetario tiene un voz de más peso. En los staff report que se presentan antes de los desembolsos del crédito y como resultado de las revisiones trimestrales, los técnicos del organismos suelen hacen referencias a este tipo de cambios. Por ahora, como recomendación. Si llegara a haber incumplimientos o algún tipo de atraso, como en otros momentos de la historia reciente argentina, las recomendaciones comenzará seguramenta a tener otro tono.
Por estas horas, el Fondo publicó una serie de recomendaciones para países emergentes en sus Perspectivas de la Economía Mundial. No le habla directamente a la Argentina, pero puede inferirse que cuando menciona sus recetas esté pensando en el país al que le dio el mayor crédito de su historia y al que destina más del 60% del dinero que tiene prestado a nivel global.
En el capítulo tres de su informe (“Reavivar el crecimiento en las economías de bajo ingreso y de mercados emergentes: ¿qué papel pueden cumplir las reformas estructurales?”), el ente que ahora dirige la búlgara Kristalina Georgieva explica que:
– Un paquete de reformas amplio y sustancial podría duplicar la velocidad de la convergencia de la economía promedio de mercado emergente o en desarrollo hacia los niveles de vida de las economías avanzadas, elevando el crecimiento anual del PIB alrededor de 1 punto porcentual durante cierto tiempo.
– A la vez, las reformas requieren varios años para deparar resultados, y algunas de ellas —la flexibilización de las normas de protección del empleo y la liberalización de las finanzas internas— pueden entrañar costos más altos a corto plazo cuando se las lleva a cabo en tiempos difíciles, por lo cual es más conveniente implementarlas en un contexto de condiciones económicas favorables y en una etapa temprana del mandato electoral de las autoridades.
– Los beneficios de las reformas también tienden a ser mayores cuando la gobernanza y el acceso el crédito —dos factores que pueden constituir importantes limitaciones para el crecimiento— son sólidos, y allí donde la informalidad del mercado laboral es más alta, porque las reformas contribuyen a reducirla.
– Estos hallazgos ponen de relieve la importancia de adecuar prudentemente las reformas a las circunstancias propias del país para maximizar sus beneficios.
El Fondo destaca que los cambios de este tipo en mercados emergentes y en desarrollo fueron rápidos durante los años noventa, “pero se ha desacelerado desde principios de los años 2000”. “Un avance de las reformas en ámbitos tales como la gobernanza, el financiamiento interno y externo, el comercio y los mercados de trabajo y de productos podría aportar considerables mejoras del producto en el mediano plazo”, destaca.
Avance del producto
En otro documento publicado también hoy –"Cómo reactivar el crecimiento en las economías de mercados emergentes y en desarrollo"– se destaca que los cambios en seis ámbitos clave al mismo tiempo —finanzas internas, finanzas externas, comercio, mercados de trabajo, mercados de productos y gestión de gobierno— pueden duplicar la velocidad de convergencia del ingreso de una economía de mercado emergente y en desarrollo promedio hacia niveles de economías avanzadas. "Esto podría elevar los niveles del producto en más de 7% a lo largo de un período de seis años”, dice.
También destaca que en países con una “economía débil”, los gobiernos tendrían que buscar reformas “que rindan fruto independientemente de las condiciones económicas, diseñar otras para aliviar los costos a corto plazo —como promulgar reformas de protección del empleo ahora con una disposición que establezca que entrarán en vigor más adelante— y acompañar las reformas con respaldo de política monetaria o fiscal siempre que sea posible”.
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